martes, 24 de enero de 2012

Entrevista con el director de la Compañía Nacional de Danza

José Carlos Martínez: «No quiero que la CND se convierta en mi compañía»


No han sido tiempos fáciles para la Compañía. Pero, superada la polémica salida de su antecesor, Nacho Duato, Martínez parece dispuesto a transformarla sin traicionar ni a clásicos ni a contemporáneos. ¿Será posible? 

-La CND sube por primera vez a las tablas bajo su dirección. ¿Cómo se siente?
-Han sido meses muy intensos. Estoy deseando que llegue el estreno, también por los bailarines. Es un momento emocionante.

-Su primer programa cumple punto por punto la filosofía que prometió: nuevas caras y nuevos estilos.
-Sin duda. Este espectáculo está formado por cuatro piezas muy diferentes. La primera es «Extremely close», de Alejandro Cerrudo. En la Compañía tiene que estar el talento nacional y su identidad debe estar formada también por coreógrafos españoles para girar en España y en el extranjero. Alejandro es el primero de ellos, pero la temporada que viene vendrán más. Es un coreógrafo que no ha presentado nunca su trabajo en España. «El espectro de la rosa», de Angelin Preljocaj, es una pieza simbólica. Fue un solo de Nijinsky que montó una revolución en el mundo de la danza. Presentamos una relectura de esa pieza. Una manera de utilizar el pasado para ir hacia el futuro.

-Otros dos nombres potentes de la coreografía cierran el programa, aunque con estilos radicalmente diferentes.
-Sí, la pieza más clásica del programa es «Artifact II», de Forsythe, aunque, evidentemente, no es danza clásica. Ya se hizo en la Compañía en el 98 y, desde entonces, desaparecieron las zapatillas de puntas. Forma parte de mi idea que vuelvan. También la elegí porque permite que esté toda la compañía en el escenario. «Walking Mad», de  Johan Inger, es una coreografía con la música del «Bolero» de Ravel. La música y los trajes aportan un color que a veces le falta al contemporáneo.

-¿Pensó en incluir algo de clásico de repertorio?
-Me parecía precipitado, no se iba a poder hacer lo suficientemente bien, hay que esperar un poco. Pero he programado un dúo en Santander, una coreografía mía clásica, porque me he dado cuenta de que hay bailarines que lo pueden hacer. Ahora empezamos: en Madrid, las zapatillas de punta y en Santander, no un tutú, pero sí un traje que se le parece. Avanzamos en todos los sentidos. Un ballet clásico entero por ahora es imposible por los bailarines y por el presupuesto. Esto no significa que el contemporáneo se vaya a abandonar. En absoluto. Vamos a seguir haciendo propuestas vanguardistas. Mi idea es invitar a todo tipo de coreógrafos.

-¿Cómo le han recibido los bailarines?
-Al principio tenían un poco de miedo porque venía de la Ópera de París y les parecía que iba a ser muy clásico. Pero han estado al cien por cien durante todos estos meses y con mucha ilusión, y eso se va a notar sobre el escenario. 

-¿Echa de menos bailar?
-Ya he bailado mucho. Los bailarines lo hacen a través de mí. Con los temas de administración y gestión estoy bastante en el despacho, bajo poco al taller, menos de lo que me gustaría. Aunque de vez en cuando tomo clase con ellos.

-Y lo de crear sus propias coreografías, ¿cómo lo ve?
-No es una prioridad. No quiero que se convierta en mi compañía, sino que otros coreógrafos españoles tengan la oportunidad de venir aquí. Las mías pueden servir para esa progresión al neoclásico y clásico. Creo que me manejo bien con ese vocabulario, pero ahora estoy más concentrado en la gestión.


Dos versiones de un mismo tema
Aunque Nacho Duato (en la imagen) dice que no tiene ninguna información de lo que hace en la Compañía «ese Martínez», el susodicho es muy consciente del trabajo de su antecesor: «Vi a la Compañía en la Ópera de París y observé el potencial». Su respeto por el legado de Duato se resume en las siguientes palabras: «Se trata de un programa continuista con el estilo que imprimió Duato, pues creo que debemos sumar estilos a la CND».

No hay comentarios:

Publicar un comentario